Un domingo en Madrid
9:30h. - Desayuno en San Ginés
Nada mejo que empezar el día con un buen desayuno. Ir a Madrid y no pasar por la chocolatería de San Ginés... ¡es un auténtico pecado! Hace más de 100 años que este rincón lleno de historias, abrió sus puertas en un callejón entre la Puerta del Sol y la Plaza de Ópera. Todavía hoy, puedes ver el salón de las tertulias, un punto de encuentro para personalidades literarias durante finales del S.XIX. Está abierta las 24 horas del día, los 365 días del año, así que, no tienes excusa.
11:00h. - Paseo por el Retiro
Despues de desayunar habrá que dar un paseo. En pleno centro, a 15 minutos andando, localizarás el pulmón de Madrid. Un enorme parque con cientos de rincones que visitar y actividades que disfrutar. Si tienes tiempo, alquílate una barca y date un paseo romántico por el lago. Los cuatro sitios que no puedes dejar de ver aquí son: el Estanque artificial, un impresionante Monumento a Alfonso XII, el Paseo de la Argentina, donde encontrarás estatuas dedicadas a todos los monarcas de España, y por último, el Palacio de Cristal, sede de muchas exposiciones temporales.
13:30h. - La Latina
Ya toca un aperitivo y una cañita. Y para eso nada mejor que acercarse a La Latina, el barrio dominguero por excelencia. Todo el mundo acude a sus calles, sus terrazas y a sus bares para disfrutar del solecito de la primavera, aunque realmente hay ambiente en cualquier época del año. Si te da tiempo, puedes ir un poco antes y dar una vuelta por el Rastro, un mercadillo al aire libre en el que podrás encontrar objetos muy curiosos y, cuando el hambre abra paso, tienes centenares de opciones para sentarte a picar algo. De verdad, que es una experiencia que hay que vivirla.
19:00h. - Atardecer en el Templo de Debod
Cuando llega tarde y estas por el centro de Madrid, no se nos ocurre mejor plan que acercarse al Tempo de Debod. Es uno de los símbolos de la capital, un regalo de Egipto a España como muestra de agradecimiento por la ayuda española para salvar los templos de Nubia. Es el sitio de atardeceres por excelencia de la capital, perfecto para relajarse, pasear, dejar la mente en blanco…, y disfrutar de la magia del lugar. Además, desde este balcón tienes unas espectaculares vistas del Palacio Real y de la Catedral de la Almudena.